Aprender a seguir sonriendo, Dicen que una sonrisa no puede cambiar el mundo, pero sí puede cambiar un día. Esta foto que ves es de hace un tiempo, de una etapa distinta de mi vida. La miro y me reconozco, pero también reconozco cuánto he cambiado desde entonces. Hoy mi realidad es otra: voy en silla de ruedas, y mi día a día es diferente. Pero algo se mantiene igual — la sonrisa.
Aprender a seguir sonriendo
No es algo que ocurre de un día para otro. Es un proceso, una decisión que se toma cada mañana. Sonreír no significa que todo esté bien ni que los problemas desaparezcan, sino que elijo mirarlos con la certeza de que, por difíciles que parezcan, no me van a quitar las ganas de vivir.
A lo largo del camino he aprendido que la resiliencia no es resistirlo todo sin quebrarse; es aceptar que a veces uno se quiebra, que se permite llorar, que se enfada, que se siente vulnerable. Y, aun así, encuentra la manera de volver a levantarse — aunque levantarse signifique algo distinto a lo que antes significaba.
Esta foto me recuerda algo muy importante: siempre hay algo de nosotros que permanece intacto, por mucho que cambie nuestro entorno. Las circunstancias pueden transformar nuestra rutina, nuestro cuerpo o incluso nuestros planes, pero no tienen por qué arrebatarnos nuestra esencia.
Cuando hablo de sonreír, no me refiero solo a la expresión en el rostro, sino a una actitud ante la vida. Significa buscar pequeñas razones para agradecer, incluso en días difíciles. Significa rodearse de personas que nos hagan bien, que nos recuerden quiénes somos y hacia dónde queremos ir. Significa encontrar espacio para la alegría, incluso cuando parece que no queda sitio para ella.
No siempre lo consigo
Hay días en que la sonrisa tarda en aparecer, y está bien que así sea. La resiliencia también es permitirnos sentir el peso de las cosas, no obligarnos a estar felices todo el tiempo. Pero siempre llega un momento en que elijo volver a sonreír, porque es mi manera de decirme a mí mismo: sigo aquí, sigo siendo yo.
Si hoy estás pasando por un momento complicado, te invito a que mires tus propias fotos antiguas, no con nostalgia, sino con gratitud. Esa persona que ves ahí te trajo hasta este punto. Y aunque la vida haya cambiado, sigues teniendo en ti la capacidad de sonreír, de crear algo nuevo y de volver a ilusionarte.
Aprender a seguir sonriendo es un acto de rebeldía ante las circunstancias. Y esa rebeldía, lejos de ser negativa, es la que nos mantiene vivos.


