Cuando el alma se apaga, no es flojera: es burnout. Hay un momento en que el cuerpo sigue, pero el alma se detiene. Te levantas, cumples, sonríes… pero algo dentro ya no responde. No es pereza. No es falta de ganas. Es burnout.
El burnout no llega de un día para otro. Se construye lentamente, en silencio, entre responsabilidades, expectativas y exigencias que parecen no tener fin. Es ese cansancio que no se cura con dormir. Es sentir que das mucho, pero cada vez recibes menos sentido a cambio.
A veces empieza con pequeños síntomas: falta de concentración, irritabilidad, apatía o desmotivación. Luego aparece la desconexión emocional, esa sensación de mirar tu vida desde fuera, como si todo se volviera plano. Y ahí es cuando el alma empieza a decir basta.
Pero en Mauxita no vemos el burnout como una enfermedad. Lo entendemos como un llamado profundo a reconectar. Una señal de que algo dentro de ti necesita ser escuchado.
Escuchar antes de curar
La mayoría intenta solucionar el burnout con descanso, vacaciones o más productividad. Pero el burnout no se soluciona “haciendo”, se sana escuchando.
Por eso, en Mauxita, nuestro primer paso no es dar consejos, sino escuchar de verdad.
A través de la escucha activa, ofrecemos un espacio donde puedes hablar sin miedo a ser juzgado. Donde no tienes que ser fuerte, ni positivo, ni perfecto. Solo tú, con lo que sientes.
Porque cuando alguien te escucha de verdad, sin intentar arreglarte, algo empieza a ordenarse dentro.
De la exigencia al equilibrio
El burnout suele esconder una historia de autoexigencia, de querer demostrar, de cargar con todo. En nuestras sesiones trabajamos esa raíz: ayudamos a que la persona entienda sus límites, aprenda a ponerlos, y se permita descansar sin culpa.
No se trata de cambiar de trabajo o de vida de golpe, sino de reaprender a vivir en paz con uno mismo. A encontrar un ritmo más humano, más sincero, más tuyo.
Reconectar con el sentido
El último paso es volver al propósito. Porque cuando pierdes el “para qué”, todo se vuelve pesado. En Mauxita acompañamos a las personas a reconectar con lo que las hace vibrar, con aquello que da sentido a su día. No desde la exigencia de “ser felices”, sino desde la autenticidad.
Cuando eso ocurre, el burnout deja de ser una herida y se convierte en un punto de inflexión. Una oportunidad para renacer más consciente, más libre y más vivo.
En Mauxita no curamos síntomas. Acompañamos almas que quieren volver a sentir.
Porque detrás del cansancio no hay debilidad, hay sensibilidad.
Y cuando esa sensibilidad se escucha, vuelve la fuerza.
Cuando el alma se apaga, no es flojera: es burnout


