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Escuchar cambia todo

Escuchar cambia todo, vivimos en una sociedad que habla mucho, pero escucha poco. Estamos rodeados de ruido, opiniones, distracciones y prisas.Todos queremos ser comprendidos, pero muy pocos nos detenemos a comprender.Y ahí está uno de los grandes problemas de nuestro tiempo: la falta de escucha.

Yo quiero cambiar eso.
Quiero llevar la escucha activa tanto a las personas individuales como a las empresas, porque he visto con mis propios ojos lo que ocurre cuando alguien se siente escuchado de verdad.
Su mirada cambia. Su voz se calma. Encuentra sentido.
No porque yo le dé respuestas, sino porque la escucha le permite encontrarlas por sí mismo.

La escucha activa no es una técnica complicada ni una herramienta exclusiva del coaching.
Es una actitud.
Una forma de estar presente con el otro sin juicios, sin prisas, sin la necesidad de tener razón.
Cuando alguien se siente escuchado, deja de defenderse. Y cuando eso ocurre, empieza a abrirse, a comprenderse y, sobre todo, a sanar.

En el ámbito empresarial, la falta de escucha genera conflictos, estrés y desmotivación.
Las personas dejan de sentirse parte del proyecto, y el trabajo se convierte en una carga.
Sin embargo, cuando las empresas fomentan la escucha, el ambiente cambia:
los equipos se entienden mejor, los líderes conectan de verdad con su gente, y el trabajo vuelve a tener humanidad.
Por eso quiero llevar la escucha activa también a las organizaciones, no como una formación más, sino como un acto de transformación humana.

Y en el plano personal, todos atravesamos momentos en los que necesitamos hablar, desahogarnos, ordenar nuestras emociones.
No para que alguien nos diga qué hacer, sino para ser vistos y comprendidos.
La mayoría de los problemas personales se alivian —e incluso se resuelven— cuando somos escuchados de forma auténtica.
Por eso quiero acercar la escucha activa a las personas, para que aprendan a escucharse a sí mismas y a los demás, y puedan mejorar sus relaciones, su equilibrio emocional y su bienestar.

Si las personas aprendieran a escucharse y a escuchar a los demás, muchos conflictos desaparecerían.
Mejoraría el clima laboral.
En las familias, habría más comprensión.
En las relaciones, más respeto y menos prisa por tener razón.

Escuchar cambia todo.
Cambia la manera de trabajar, de convivir, de amar y de liderar.
Y, sobre todo, cambia la forma en que nos miramos como seres humanos.
Porque cuando alguien te escucha sin juzgarte, sin interrumpirte, sin intentar arreglarte, te das cuenta de algo profundo:
que existes, que importas y que tu voz tiene valor.

Escuchar cambia todo, vivimos en una sociedad que habla mucho, pero escucha poco. Estamos rodeados de ruido, opiniones, distracciones y prisas.
Todos queremos ser comprendidos, pero muy pocos nos detenemos a comprender.
Y ahí está uno de los grandes problemas de nuestro tiempo: la falta de escucha.

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