Categorías
Uncategorized

Mi camino mi ritmo

Mi camino mi ritmo, hace unos años, pesaba 113 kilos. No fue algo que sucediera de repente; los kilos se acumularon con el tiempo, reflejo de malos hábitos, de un trabajo familiar que no me llenaba y de la falta de una rutina de ejercicio. Como muchos, intenté perder peso de forma rápida: productos farmacéuticos, dietas estrictas… siempre con el mismo resultado: lo que perdía, lo recuperaba. Era un círculo sin fin, y mi motivación se iba desvaneciendo.

Un día decidí que quería un cambio real. No porque me disgustara la carne, sino porque sentí que ya no quería incluirla en mi alimentación. Empecé a ser vegetariano. No fue una transformación radical de la noche a la mañana, ni fue perfecta; hubo días en los que me desanimaba, pero algo había cambiado: mi decisión venía de mí, y eso marcó la diferencia.

Poco a poco incorporé caminatas a mi día a día. No era un entrenamiento brutal en el gimnasio ni largas horas corriendo por la montaña. Era algo simple: moverme, respirar aire fresco, sentir mi cuerpo en acción. Con constancia, aunque lenta, empecé a ver cambios. Tres años más tarde, llegué a los 79 kilos. Sí, tres años. Para alguien acostumbrado a resultados rápidos, puede parecer mucho tiempo. Pero para mí, fue un aprendizaje constante, un recordatorio de que cada persona tiene su ritmo, y que eso está bien.

Durante esos años, mi enfermedad empezó a florecer, y eso limitó aún más mi capacidad de ejercicio intenso. Pero aprendí algo crucial: no se trata de correr más rápido que otros, ni de compararse con nadie. Se trata de encontrar tu propio ritmo, de ser paciente y compasivo contigo mismo. Cada pequeño paso suma, y la constancia, aunque lenta, da resultados más sostenibles.

Mi proceso de pérdida de peso no fue solo físico; fue un viaje emocional y mental. Aprendí a escuchar a mi cuerpo, a respetar sus tiempos y a aceptar que las soluciones rápidas no siempre funcionan. Aprendí que la vida, al igual que la salud, no se puede apresurar sin consecuencias. Hoy miro atrás y veo no solo los kilos que perdí, sino la manera en que mi perspectiva sobre la vida cambió: con calma, con paciencia, con respeto por mis propios límites.

Si hay algo que quisiera transmitir con mi historia, es que no hay un único camino para mejorar. Algunos llegarán rápido, otros tardaremos más, y eso está bien. Lo importante es avanzar, aunque sea despacio, de manera consciente y con amor propio. Porque al final, los cambios que se hacen con calma son los que realmente permanecen.

Mi camino mi ritmo

Mi camino mi ritmo, hace unos años, pesaba 113 kilos. No fue algo que sucediera de repente; los kilos se acumularon con el tiempo, reflejo de malos hábitos, de un trabajo familiar que no me llenaba y de la falta de una rutina de ejercicio. Como muchos, intenté perder peso de forma rápida: productos farmacéuticos, dietas estrictas… siempre con el mismo resultado: lo que perdía, lo recuperaba. Era un círculo sin fin, y mi motivación se iba desvaneciendo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies
LinkedIn
Instagram